-No, no quiero… -negó Eva apreciando con pesar que era un hombre muy guapo.
-Vamos mujer, seguro que te gusta –remoloneó él con voz ronca.
-Ya… pero es que ahora no tengo tiempo… -dijo ella dando un paso atrás.
-Será solo un minuto… -interrumpió él avanzando hacia Eva- No tienes ni idea de lo que vas a disfrutar.
-Ya, pero de verdad, es que ahora mismo no puedo…
-Con solo mover un dedo puedes llegar a ver las estrellas -aseveró devorándola con la mirada.
-Si no te digo que no, pero ahora no es el momento… -intentó rechazarle de nuevo, pero él, con su cuerpo delgado y fibroso y su voz ronca se lo impedía.
-Siempre es el momento, en cualquier lugar, a cualquier hora –dio otro paso hacia ella.
-Mira, lo siento pero…
-No me digas que no –suplicó con voz sensual- esto es justamente lo que necesitas –afirmó él con su cara a escasos centímetros de la de Eva.
-Pero es que no…
-Déjate llevar. Déjame satisfacer tus deseos… -solicitó asiéndola las manos, y depositando en ellas el objeto de “sus deseos”.
-¡Te dicho que no, joder! –gritó ella hasta las narices de que no la dejara en paz- ¡No quiero un ordenador nuevo por muy moderno que sea! –chilló estampándole en el pecho el montón de folletos que él le había puesto entre las manos- No quiero un nuevo operador de Internet por muy rápido que sea, y sobre todo NO QUIERO QUE ME DES MÁS EL COÑAZO –bramó dándole un empujón que le mandó dos pasos atrás, momento que aprovechó para cerrarle la puerta en las narices.